miércoles, 30 de noviembre de 2016

Primeros vínculos.

Formación de los primeros vínculos. 

El primer vínculo que cualquier infante forma es hacia con su madre, hablamos de un vínculo afectivo consolidado cuando hay un afecto recíproco de ambas partes de la relación. Este primer vínculo va a servirle como base al infante para futuras relaciones sociales.

Hablamos de un vínculo consolidado cuando hay afecto recíproco.

¿Cuándo inicia este vínculo? 

Un estudio realizado en la Universidad de Navarra por Natalia López (s.f.) arrojó que este vínculo se forma desde que el niño se encuentra en el vientre. Natalia dice que "Desde el inicio y mientras el embrión atraviesa las trompas de Falopio, envía avisos moleculares y la madre responde, establenciendose así un dialogo molecular y de esta manera ambos se preparan para pasar esos nueve meses de vida en simbiosis." 
Tenemos entonces que durante estos nueve meses el vínculo va a fortalecerse mientras la madre le habla, empieza a crearse imágenes de él, siente sus movimientos, etc. 

Una vez que nace, el vínculo se fortalece por el apego que hay entre el niño y su cuidador primario según Bowly (s.f.), este se puede notar cuando se carga al bebé, al alimentarlo, al mecerlo y sobretodo cuando hay un contacto visual. Este cuidador primario suele ser la madre en la mayoría de las ocasiones. 

¿Cómo se desarrolla este vínculo con el paso del tiempo? 

Como ya se mencionó anteriormente, este vínculo que inicia desde el vientre, continúa desarrollandose cundo el niño nace, es decir, el vínculo se desarrolla en consecuencia de las respuestas de la madre (o su cuidador primario) ante las conductas innatas del niño. Desde que él nace empieza a tener un contacto piel a piel con la madre y un contacto aún mayor a la hora de la lactancia. 

Durante este desarrollo el bebé comienza a diferenciar a la persona que lo acompaña siempre y posteriormente empieza a tener una preferencia hacia ella, lo demuestra cuando se torna feliz al estar con ella y con el disgusto que presenta cuando esta está ausente. 


IMPORTANCIA DEL VÍNCULO MADRE-HIJO

Como una conclusión, según el Blogg "Vinculo afectivo madre-hijo" (s.f.) la importancia de este primer vínculo radica en las futuras relaciones sociales que el niño va a crear ya que el niño desarrolla esa capacidad para establecer relaciones sanas, de esta manera, si el vínculo es fuerte el niño resultará muy capaz de formar relaciones sociales futuras, en cambio, si este vínculo es débil o ausente el niño presentará problemas sociales. 

A continuación te presento un vídeo dónde se ven las consecuencias de que haya un vínculo madre e hijo fuerte o ausente, consecuencias que en su gran mayoría recaen en el niño.  


lunes, 28 de noviembre de 2016


Tipos de apego


Apego seguro.
Es aquel en el que el niño confía en que sus padres serán accesibles, sensibles y colaboradores con él si se encuentra en una situación atemorizante. Teniendo esta seguridad el niño se atreve a hacer sus exploraciones del mundo.


Apego ansioso resistente.
Es aquella conducta que expresa un niño inseguro de si su madre o progenitor será accesible o sensible, o si lo ayudará cuando lo necesite. Esta pauta es favorecida cuando el progenitor se muestra accesible en algunas ocasiones y en otras no, también se da por las separaciones y por las amenazas de abandono utilizadas como control.


Apego ansioso elusivo.
El niño no confía en que cuando busque cuidados recibirá respuesta, sino por lo contrario espera ser desairado, así intenta volverse emocionalmente autosuficiente. Esta pauta es el resultado del constante rechazo de la madre cuando el niño se acerca a ella en busca de consuelo y protección.

Apego desorganizado.

Refleja una gran inseguridad de los niños y niñas en su día a día madre-bebé. Muestran conductas muy contradictorias cuando su madre abandona la sala y vuelve a ella. 
Resultado de imagen para apego desorganizado bowlby

domingo, 27 de noviembre de 2016

Situación del extraño – Mary Ainsworth


Situación de laboratorio donde un niño con su madre son introducidos en una sala de juego en la que se incorpora una persona desconocida. 
Se integra al juego del niño con la madre, posteriormente la madre sale de la sala de juego, quedando solo el acompañante junto el niño. Posteriormente la madre entra y sale de la sala, cuando sale lo hace junto con el extraño dejando solo al niño. Finalmente la madre regresa junto con la persona desconocida. 
Este experimento fue útil para describir los tres patrones representativos del apego (Apego seguro, Apego ansioso resistente, Apego Ansioso elusivo).


- Apego seguro: En los infantes con apego seguro, se nota que ellos hacen uso de la presencia de la madre como base segura para realizar la exploración. Al dejarlo con la persona desconocida y ser dejado completamente solo su conducta exploratoria disminuía y se les notaba afectados, la buscaban. El regreso de la madre muestra calma, buscan el contacto físico para asegurar su base de confianza y continuar la exploración.
En estos infantes la madre presenta un papel sensible y responsivo ante el bebé. 
Esto es la muestra de un patrón sano donde el bebé deposita la confianza de su protección en la madre. 


- Apego ansioso resistente: En ello los bebés se muestran bastante independientes durante el experimento, desde el comienzo empiezan a explorar los juguetes sin utilizar a la madre como base segura para ello, ignorándola. Al dejar al bebé solo con la persona desconocida no le daban importancia y seguían con la exploración, al volver la madre no la buscaban y rechazaban el contacto físico con ella. 
Esto muestra rechazos de la madre al bebé en el pasado, como consecuencia el bebé sabe interpreta que no pueden contar con el apoyo de su madre, adoptando una postura de indiferencia ante ella. 


- Apego ansioso elusivo: En este caso se observa una gran preocupación por parte de los niños hacia la madre apenas se comienza el experimento, cuando la madre salía de la habitación se les nota muy preocupados y a su regreso mostraban ambivalencia, una lucha entre la irritación, la resistencia al contacto, el acercamiento y conductas para mantener el contacto. 
Ello deriva de madres que en el hogar han aprendido a ser cálidas y sensibles, pero en ciertas ocasiones o periodos de tiempo se muestran frías e insensibles al bebé.




Relación con el temperamento



El apego es resultado de la interacción entre un infante con su madre, por tanto las características del niño pueden influir en la seguridad del apego que se ha establecido. Hay factores externos al control de los infantes como lo es el bajo peso al nacer, ser prematuro, y ciertas enfermedades que requieren en consecuencia más cuidados de los padres, y en familias de riesgo pueden llevar a un tipo de apego inseguro. Desde este punto de vista, es razonable pensar que el temperamento del niño puede influir en el tipo de apego que llegue a establecer. Existen diferentes posturas.
Una primera postura considera que algunas características temperamentales del niño pueden afectar a su comportamiento y sus reacciones en la situación del extraño, y por lo tanto a su clasificación en un tipo de apego. Por ejemplo, un niño irritable es probable que experimente más malestar ante la separación, y que busque más contacto cuando vuelva la madre, aunque sin llegar a calmarse. Esta reacción sería independiente de las características de responsividad y sensibilidad de su madre.

Hay otra hipótesis sobre las relaciones entre temperamento y apego es la que plantea el modelo de bondad de ajuste (Thomas y Chess, 1977), referida a la interacción entre las características temperamentales del niño y las características de los padres. Donde ciertos rasgos del niño pueden influir en el tipo de interacción adulto-niño y, por tanto, en la seguridad del apego, pero en función de la personalidad y circunstancias del adulto. Por ejemplo, la irritabilidad en el niño puede suscitar respuestas completamente diferentes en dos personas de distintas características de personalidad, o con distinto apoyo social, etc.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Bowlby John (1907-1990)

Psiquiatra y psicoanalista inglés, miembro del Grupo de los Independientes, especialista en psiquiatría infantil y director de la prestigiosa Tavistock Clinic de Londres, John Bowlby fue una de las principales figuras del movimiento psicoanalítico inglés. Nacido en una familia de la gran burguesía inglesa, era nieto de un célebre periodista del Times. Después de haber sido interno desde los ocho años, fue alumno del Colegio Naval de Dartnorth, y luego estudió psicología y ciencias naturales en Cambridge. A continuación trabajó como maestro de escuela, antes de volver a la universidad para estudiar medicina. Analizado por Joan Riviere, controlado por Nina Searl y Ella Sharpe, se convirtió en miembro titular de la British Psychoanalytical Society (BPS) en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Melanie Klein controló su primer análisis de niños. En 1940 comenzó a publicar sus trabajos sobre niños, las madres y el ambiente, oponiéndose a la perspectiva puramente psíquica de la escuela kleiniana. En efecto, Bowlby atribuía una gran importancia a la realidad social, y tomaba en cuenta la manera en que el niño había sido educado. Su enseñanza lleva el sello de tres nociones: el apego, la pérdida y la separación. Después de 1950 le dio a su doctrina un contenido cada vez más biológico, comparando el comportamiento humano con el de las especies animales. En este sentido, en razón de su interés constante por la etología y la biología según Darwin, fue acusado de ignorar el inconsciente. A partir de 1948 dirigió una investigación acerca de los niños abandonados o privados de hogar, y los resultados tuvieron repercusiones mundiales sobre el tratamiento psicoanalítico en hospitales, la depresión analítica y las carencias maternas, así como en la prevención de las psicosis. En 1950 fue designado consultor de la ONU, donde sus tesis desempeñaron un papel considerable para la adopción de una declaración mundial de los derechos del niño. Un año más tarde publicó su informe, Maternal Care and Mental Health, en el cual demostró que la relación afectiva constante con la madre es un dato fundamental de la salud psíquica del niño. Al final de su vida, siempre apasionado por la biología y la etología, escribió una biografía de Charles Darwin (1809-1882). Estudió minuciosamente la primera infancia del sabio, sus enfermedades psicosomáticas, sus dudas y sus depresiones, trazando al mismo tiempo un cuadro vigoroso de la época victoriana y de las reacciones que suscitó en Inglaterra la revolución darwinista.”